Entrevista a Vicky Bendito

Periodista y narradora oral

Tras ganar el Premio Roosevelt Mujer 2019 por haber transmitido una imagen positiva de la mujer con discapacidad; ser reconocida el Día de la Mujer 2020 de la Comunidad de Madrid en la categoría ‘Mujer Cero Barreras’, estar en el top 100 de Mujeres Líderes en España 2020, en la categoría de Tercer Sector e Impacto Social, y el Premio Cermi 2021 en la modalidad de Activista, Vicky Bendito es una mujer camaleónica capaz de convertir un día malo en bueno. 


Vicky es una periodista y una narradora oral. Comenzó colaborando en una radio local, y posteriormente en una revista, hasta que en 1993 le llegó la oportunidad que tanto ansiaba: trabajar en una agencia de noticias programa junto a otros grandes periodistas. 


No fue hasta su etapa en los Tribunales donde la pudimos conocer. Posteriormente, tras su paso por el Congreso de los Diputados, como redactora parlamentaria, creó una campaña en Change.org con el fin de eliminar la palabra “disminuido” de la Constitución. (Firma aquí)


Pero no todo ha sido tan bonito, ya que Vicky ha tenido que hacer frente a ciertas barreras y actitudes a lo largo de su vida, debido al Síndrome de Treacher Collins y a su sordera.


Hoy tenemos el placer y la oportunidad de poder hablar con ella.


1.             Bienvenida, Vicky. Gracias por aceptar esta propuesta. Tras una larga vida cosechando éxitos… ¿Cómo te encuentras actualmente? ¿A qué te dedicas?


Muy bien, muchas gracias. Yo no diría que he tenido una larga vida cosechando éxitos, pero reconozco que mal no me ha ido. Gracias por tus palabras, eres muy amable. Actualmente me dedico a la comunicación, que es un campo bastante interesante. En mi tiempo libre, sigo con mi activismo, no siempre en las redes sociales, hablando con personas que me piden un cable, participando en iniciativas, escribiendo. Precisamente, colaboro como columnista en el boletín ‘Generosidad’, de la Fundación Cermi Mujeres. 


2.             ¿Cómo viviste tu época en los tribunales? Debió de ser verdaderamente increíble.


¿Sabes que una de las carreras que tenía en mente estudiar, aparte de Periodismo, era Derecho? Me encanta el derecho, me fascina. Así que cuando me propusieron que fuera la redactora de Tribunales de una agencia de noticias, me puse muy feliz. Ahora bien, era una sección dura, muchas horas de dedicación, con mucha competencia, y muchas veces, cuando no escuchaba bien, o la gente hablaba para el cuello de su camisa y no podía leerles los labios, me llevaban los demonios. Hubo casos muy interesantes. Es una sección donde se hacía periodismo puro y duro. También conocí a grandes colegas y de ahí me llevé muy buenas amistades.


3.             ¿Fue esa tu mejor época o ensalzarías otra?


Pues no sé qué decirte, la verdad, porque cuando estuve en Sociedad, redactando noticias sobre derechos de la infancia, por ejemplo, también aprendí muchísimo y conocí gente increíble. Y mi etapa en el Congreso de los Diputados también fue toda una experiencia, ver cómo funcionaba, conocer y escuchar a mujeres y hombres de la política, también a quienes trabajan en sus equipos de prensa (por cierto, un trabajo muy invisible y muchas veces difícil, ahora que estoy en comunicación lo sé). No sé qué decirte la verdad.  La vida son etapas y en cada una de ellas hay altibajos, cosas buenas y cosas malas. En general, fueron todas etapas fascinantes en las que, además de ejercer el periodismo a pie de calle y pasar ratos difíciles, me divertí muchísimo. Es lo que tiene la vocación. 


4.             ¿Nos podrías hablar un poco sobre el “Síndrome de Treacher Collins? ¿En qué consiste?


El síndrome de Treacher Collins es una enfermedad rara que afecta a dos de cada 100.000 nacimientos. Quienes tenemos este síndrome nacemos sin pómulos, sin una o las dos orejas, la faringe muy estrecha, la mandíbula no nos crece, por lo que, además de tener un rostro muy característico, tenemos problemas de audición, de deglución, respiración, sequedad en los ojos. El síndrome de Treacher Collins se debe a una mutación genética que puede darse de forma espontánea durante el embarazo o bien heredarse de padres a hijos.


5.             ¿Esto te ha hecho perder ciertas oportunidades laborales y personales?


Creo que no he sido elegible por mi discapacidad. Las personas con discapacidad aún no somos elegibles. Me explico. Cuando estuve en la universidad me presenté a varias ofertas para hacer prácticas, y, nada. Hacía las pruebas y, casualidad, nunca me llamaban para la entrevista. Hasta que Fundación ONCE sacó becas para estudiantes de Periodismo con discapacidad en su agencia de noticias, Servimedia, donde me quedé y estuve más de 20 años. Me dieron la oportunidad, demostré que valía y ahí seguí hasta que di el salto a la comunicación. Llevo ya 28 años trabajando y estoy feliz de hacerlo en un campo relacionado con mi profesión. Sin embargo, no veo periodistas con discapacidad presentando un informativo de televisión, por ejemplo. Las periodistas y los periodistas con discapacidad tenemos la misma capacidad que el resto para ejercer nuestra profesión. 

6.             ¿Qué les dirías a la gente que tiene este síndrome?


Más que a la gente, a sus madres y padres. Cuando una pareja tiene un bebé con un síndrome como este, del que nunca has oído hablar, el mundo se le para. ¿Qué será de esta niña o niño? ¿Lo pasará mal? ¿Se meterán con ella o con él en el colegio? ¿Podrá valerse por sí mima el día mañana? Para mí fue muy importante la actitud de mi padre y de mi madre, porque tuvieron claro que tenían que hacer de mí una mujer independiente y autónoma. Por eso, cuando alguna madre o padre me escribe les digo que su bebé “solo” tiene el síndrome de Treacher Collins, que necesitará más de una intervención para mejorar su calidad de vida, que probablemente necesite audífonos, pero que, aparte de eso, puede estudiar como cualquiera, y trabajar como cualquiera. Eso sí, lo tendrá más difícil pero no imposible. Difícil, porque siempre habrá quien se burle, quien se quede mirándolos, quien cuestione su capacidad para lo que se proponga y ni siquiera les deje intentarlo. Qué menos que te dejen intentarlo, que tú aprendas hasta dónde puedes llegar.


¿Eso significa que si quieres puedes? No. 



Me acuerdo que cuando entrevisté a Eduardo Fungairiño cuando era fiscal jefe de la Audiencia Nacional, me contaba que él quería ser juez, y por eso había estudiado derecho. Sin embargo, como tenía tetraplejia, era salida no era viable por la movilidad. Pero sí podía ser fiscal. Querer no siempre es poder, pero al menos, puedes intentarlo. Si no lo intentas, no sabrás qué otras oportunidades pueden surgir. Además, dependen también de las circunstancias vitales, de tu personalidad, de tu formación, de la educación y de los apoyos que tengas en tu vida.


7.             La vida que tienes ahora mismo… ¿Es parecida a la que imaginaste cuándo eras pequeña?


Ni en broma. Es mejor de lo que imaginé de pequeña.


8.             ¿Cómo viviste tu infancia? ¿Siempre quisiste ser periodista?

Mi infancia fue feliz. La recuerdo feliz. Era una saltimbanqui, subirme a los árboles, correr, y leer. Me chifla leer (ahora leo menos de lo que quisiera). Siempre supe que tenía este síndrome y mi madre y mi padre nunca me lo ocultaron. Normalizaron la situación sin perder de vista el futuro.


9.             Tu personalidad y tu forma de ver la vida son verdaderamente envidiables. ¿Siempre has sido así o lo has ido forjando con el tiempo?


Muchas gracias. No, no siempre he sido así. Siempre digo que en mi vida hubo dos etapas clave. Una, en la adolescencia, en la que lo que más me pesaba era mi rostro, mi físico. En la adolescencia todas mis amigas ligaban y yo nada. Me rechazaban. Eso sí, como amiga, no veas qué éxito tenía. Y yo quería ser algo más que una amiga, claro. Así que en esa etapa de la vida pasé lo que yo llamo mi noche oscura del alma. Me encerré en mí misma y yo, que me encantaba mirarme al espejo, porque me gustaba, empecé a odiar mi cara. Odiaba mi cara y me enfadé con la vida, no la quería, no quería la vida que imaginaba me esperaba. Una vida en soledad y rechazada. Hasta que un día de verano mi padre, que ya estaba harto de verme tirada en el sofá viendo la televisión y sin hablar con nadie, me dijo: “Hija, la autocompasión no es buena. Has nacido con lo que has nacido y eso no se puede cambiar. Puedes hacer dos cosas, o quedarte aquí sentada, lamentándote, o salir ahí afuera y disfrutar de lo que la vida esté dispuesta a darte, pero la decisión es tuya”. Y ahí fue cuando hice ‘clac’ y cambié mi actitud. Hice de mi capa un sayo, me puse las pilas con los estudios y conseguí entrar en la carrera de Periodismo, que era a lo que me quería dedicar. Esa fue una etapa. La otra etapa sobrevino, precisamente, cuando empecé a trabajar y me di cuenta del hándicap que suponía mi sordera para ejercer mi profesión. Esa parte también fue dura, y muchas veces lloré de impotencia. No ha sido fácil, pero aquí estoy. 


10.             ¿Has cumplido, por el momento, todos los sueños que has tenido?


Qué va. Me encantaría dedicarme al mundo de los documentales. El reportaje es el género periodístico que más me gusta, con diferencia. Por programas como ‘Documentos TV’ o ‘Informe Semanal’ me hice periodista. Sueño también con que el artículo 49 de la Constitución se reforme para borrar la palabra “disminuido” del texto y se redacte conforme a la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad. De hecho, la campaña “Soy sorda, no disminuida, aunque lo diga la Constitución”, en change.org, sigue abierta. 


11.             ¿Cuál es tu fuente de inspiración?



Las mujeres de mi familia, mi madre, mis abuelas, mi hermana, también mis amigas, pero, especialmente, todas las mujeres con discapacidad que tengo la suerte de conocer, directa o indirectamente, y que cada día se levantan para derribar el muro de no, no a sus aspiraciones, a su derecho de vivir una vida digna, a ser ellas mismas en libertad y sin paternalismos.


Malena Ramos/ 17 de noviembre de 2021

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