El arte de ser feo

Apreciación cultural de la fealdad


¿Por qué ignoramos siempre lo feo, lo que no nos resulta atractivo? Escondiendo lo feo nunca podríamos ver lo bello, pues, ¿qué sería bello en realidad si no existiese nada feo con lo que comparar? He ahí la importancia de todo lo “feo”.


Hablemos primero sobre el mundo clásico: ¿era en realidad un mundo dominado por lo bello? En general, todos tenemos una imagen estereotipada del mundo clásico, ya que lo más común es ver esculturas que exhiben los ideales de belleza. Pero el mundo clásico también se encargó de transmitir toda clase de desproporción, es decir, la negación de todo canon.

Los griegos estaban obsesionados con muchos tipos de fealdad y perversión. Lo podemos ver en la mitología, que era una especie de catálogo de crueldades:


1- Cronos devora a sus hijos nada más nacer para que no le quiten el trono


2- Medea mata a los suyos para vengarse de la infidelidad de su marido


3- Tántalo cuece a su hijo como ofrenda a los dioses


4- Agamenón sacrifica a su hija para los dioses también


Y muchos más relatos repletos de sacrificios y barbaridades. Podemos decir que la mitología estaba dominada por el mal, ya que era un mundo donde seres hermosos cometen acciones atroces.


Dejando atrás la época clásica, hablaremos de otro tipo de fealdad, aquella que no es visual, sino verbal. Este tema nos lo introduce el filósofo Montaigne al preguntarse: “¿Qué le ha hecho al hombre el acto sexual, siendo este tan natural y necesario, para no atreverse de hablar de él sin vergüenza y para excluirlo de las conversaciones serias?”

También Freud observa que “los órganos genitales que nos producen excitación sexual nunca los consideramos bellos”. De esta incomodidad surge el término de “pudor”, es decir, el instinto de evitar exponer ciertas partes del cuerpo o ciertas actividades.

El pudor ha variado mucho a lo largo del tiempo, por ejemplo, los griegos y el mundo renacentista utilizaba los genitales en las esculturas para ensalzar la belleza y en algunas culturas actuales estos atributos se exhiben sin vergüenza.

Es en sociedades dominadas por el pudor en las que nace el deseo de romper con este término a través de la obscenidad, que se puede utilizar por rabia, por provocar o, en la mayoría de casos, por pretender hacer reír.


Pero, ¿cuándo empezamos a liberarnos de ese pudor? Aunque hoy en día sigue existiendo bastante represión y poca naturalidad respecto a estos temas, fue en el Renacimiento (s.XV-s.XVI) cuando llegó esta revolución en la que lo obsceno comenzó a asociarse al comportamiento de las cortes reales. En este momento en el que lo humano y lo terrenal quitaba protagonismo a todo lo divino, el pueblo reafirma los derechos sobre sus propios cuerpos y mentes a través de toda obscenidad.



Aparecen textos como La invención del limpiaculos, en el que un cortesano enumera uno tras otro los distintos objetos que ha utilizado para limpiar su culo tras defecar, entre ellos almohadas, sábanas, guantes e incluso un gato, tras lo cual determina que el mejor útil para limpiarse el culo es “un ganso bien plumado con la cabeza sostenida entre sus piernas”.

Volviendo a la fealdad visual, comentemos un tipo de fealdad concreta, la femenina, y del trato que se le ha dado desde la Antigüedad hasta el Barroco.


A lo largo de la historia se ha utilizado la fealdad contra la mujer para manifestar la maldad interior y su nulo poder de seducción. Por otro lado, el mundo cristiano siempre identificó la belleza femenina con prostitución, y afirmó que se maquillaban con ungüentos para enmascarar sus defectos físicos y ser capaces así de seducir.


Se aprecia claramente una ideología misógina tras el uso de la fealdad de la mujer, llamando fea a toda aquella que no cumplía con los cánones de perfección.


Durante la Edad Media se representaba la decadencia con imágenes de mujeres viejas. Se popularizó un rumor según el cual la mirada de una vieja envenenaba a los niños en sus cunas ya que se convertían en mortíferas debido a “la retención de la sangre menstrual”.


Más tarde, en el Renacimiento, utilizan la fealdad femenina como objeto de diversión. Fue en el Barroco cuando llegó una revalorización positiva de las imperfecciones de las mujeres que las identificaban como elementos de atracción.


Todo lo que hemos comentado es apenas un 1% de todo el arte basado en el lado feo del mundo, pues en cuanto a épocas hemos comentado hasta el Barroco, es decir, hasta el S XVII. Desde entonces se ha creado mucho arte basado en fealdad, pero no solo en pintura, también en moda, arquitectura, cine, televisión, etc. Y, en mi opinión, este arte resulta a veces más interesante que el arte basado en belleza, porque ser feo también es un arte y el arte está para ser disfrutado.


Rodrigo Gil

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