Probióticos

¿Sabes lo que te aportan los probióticos y qué beneficios tienen para tu salud?

Hoy quiero hablarte de ellos y de la función tan importante que tienen en nuestra flora intestinal.


El término probiótico fue introducido por primera vez en 1965 y hace referencia a un factor de origen microbiológico que estimula el crecimiento de otros organismos. 


Los probióticos previenen la acción de los patógenos: excretan ácidos que disminuyen el pH por debajo del nivel de tolerancia de los gérmenes patógenos y compiten con su lugar de adhesión. 


Además, algunos probióticos, como los lactobacilus y las bifidobacterias, son capaces de secretar antibióticos naturales que tienen un espectro de acción sobre los gérmenes patógenos.


 Los principales probióticos utilizados actualmente en humanos son: lactobacillus GG, lactobacillus acidophilus, bifidobacterium longum, streptococcus thermophilus y sacharomyces boulardii.


¿Para qué es útil la ingesta de probióticos?


Incluir probióticos en tu día a día es útil: 

  1. Al presentarse patologías relacionadas con una disbiosis intestinal. La disbiosis intestinal es una irregularidad microbiana dentro del intestino. En pequeñas cantidades las colonias microbianas se establecen en o sobre el cuerpo siendo benignas o beneficiosas en la mayoría de los casos, pues realizan una serie de funciones provechosas y necesarias. También protegen el cuerpo de la penetración de microbios patógenos. Estas colonias microbianas beneficiosas también compiten las unas contra las otras de modo que ninguna colonia microbiana específica domina.
  2. En caso de un tratamiento antibiótico.
  3. Si tienes una bajada de defensas.
  4. En presencia de síntomas relacionados con candidiasis.
  5.  En caso de cistitis.


¿Qué es la flora intestinal? 


La flora intestinal está compuesta por bacterias y microorganismos que viven en simbiosis con el ser humano, y su función es, por tanto, restablecer la salud. 


Además de su función digestiva, la flora intestinal fortalece la inmunidad. También a nivel hormonal activa determinados neurotransmisores y hormonas. Y aunque no hay estudios claros que lo justifiquen, existe evidencia de que interactúa con el sistema endocrino.


 1) La flora intestinal saludable está formada por bacterias lácticas y bifidobacterias que ocupan el espacio evitando que proliferen en exceso otro tipo de microorganismos que también contenemos, pero que si proliferan se convierten en dañinos, como son la flora putrefactiva y las cándidas.

 2) Nos aporta nutrientes importantes a partir de la fermentación de fibras no digeridas son el ácido butírico, acético y láctico.

Estos ácidos grasos de cadena corta tienen funciones muy interesantes, como por ejemplo hacer bajar el pH intestinal haciendo como de “antibiótico” para evitar la proliferación de la flora putrefactiva. Determinados estudios relacionan el ácido butírico con la protección frente al cáncer de colon. Y además estos ácidos orgánicos son utilizados como fuente de energía por las células del colon pues sirven como nutrientes a los colonocitos. 

3) La flora bacteriana sintetiza diversas vitaminas, como la K y algunas del grupo B: B5, B8, B9, B12. 

4) La flora segrega diversas enzimas digestivas que refuerzan la acción intestinal del organismo. 

5) La flora bacteriana fermentativa estimula nuestro sistema inmune. Contiene tantas células inmunitarias (millones de macrófagos, linfocitos T y B) como las contenidas en todos los órganos inmunitarios juntos: timo, bazo, médula ósea, ganglios y sangre.

6) Constituye nuestra inteligencia emocional digestiva, pues la flora saludable nos ayuda a la producción de más serotonina (95% se produce en intestino), lo que nos aporta más paz y tranquilidad y menos estrés y agresividad. 


Por tanto, la flora intestinal nos ayuda a desarrollar una mayor empatía por nuestros semejantes y por nuestro entorno.


 ¿Cómo puedes saber si tu flora no está sana?


Observa si ves alguno de estos síntomas: 


  1.  Estreñimiento o diarrea regular.
  2. Heces de color amarillento anaranjado. 
  3. Digestión lenta o pesada,
  4. Hinchazón de vientre.
  5. Problemas en piel y mucosas.
  6. Varias alergias e intolerancias.
  7. Enfermedades autoinmunes.
  8. Colon irritable.
  9. Colitis ulcerosa o enfermedad de chron.
  10. Candidiasis.
  11. Cáncer de colon rectal.
  12. Estados depresivos.
  13. Fatiga.
  14. Letargia mental.
  15. Debilidad por mala asimilación de nutrientes.
  16. Insomnio.
  17. Desarreglos de tipo neurológico.
  18. Facilidad para enfermar.
  19. Defensas bajas.


Si te identificas con alguno, puede que tengas incorporados en tu vida hábitos, alimentos, costumbres, pensamientos dañan tu flora.


Los microorganismos que integran nuestra flora intestinal fermentativa son de naturaleza vegetariana. Por eso sufren si seguimos una dieta baja en fibra y muy rica en proteína animal. 


El abuso de la proteína animal hace que prolifere la flora putrefactiva en detrimento de la flora fermentativa. Es importante para la flora fermentativa que la persona siga una dieta rica en vegetales. 


Todas las sustancias químicas y los aditivos presentes en la alimentación, como conservantes, colorantes, que se encuentran con frecuencia en los comestibles que integran una alimentación no ecológica, así como la deshidratación y en general la vida insana, alteran la flora. 


Estos son los hábitos alimentarios dañinos que de forma general se encuentran presente en la dieta de los países desarrollados:


1) Preponderancia de alimentos refinados en la dieta. Estos no contienen fibra que es el alimento de estas bacterias benéficas fermentativas. La fibra se encuentra en los alimentos vegetales, previene el estreñimiento y mantiene limpio el colon. 

2) El exceso de consumo de alimentos animales, especialmente carnes y productos lácteos como quesos, mantequillas y helados, y que están presentes casi todos los días incluso varias veces, en las dietas actuales en diversas formas, especialmente el queso, el embutido y la carne, aunque sea de ave. La ingesta de alimentos animales en exceso hace que se desarrolle la flora putrefactiva en detrimento de la fermentativa, produciendo metabolitos dañinos y tóxicos para nuestro intestino que sobrecargan el hígado, como son el indol, el escatol y las aminas tóxicas, como la putrescina y la cadaverina.

 3) La omnipresencia de gluten y caseína, la proteína del trigo y de los lácteos, proteínas ambas difícilmente digeribles. Existe una patología muy común que sin embargo pasa con frecuencia inadvertida. Se trata del síndrome del intestino permeable, que tiene lugar cuando se desarrollan espacios entre los enterocitos o células que conforman la membrana que recubre la pared intestinal. A través de estos pequeños espacios gluten y caseína no digeridos pasan directamente a sangre, generando enfermedades como alergias, intolerancias y enfermedades de tipo autoinmune. 

4) El exceso de consumo de azúcares. El azúcar refinado y el azúcar integral en exceso producen fermentaciones extrañas con producción de etanol, que también dañan y alteran la flora intestinal saludable. Evitar el consumo de azúcar no pasa solo por dejar de añadir azúcar al café o a los yogures, sino que hay que leer con detenimiento el etiquetado de los productos de consumo, pues se encuentra como ingredientes de comestibles como las salsas embotelladas, los panes de molde y la bollería. 

5) El exceso de grasas saturadas, sobre todo presentes en alimentos de origen animal, queso incluido, y de grasas alteradas como son las conocidas grasas trans presentes en los aceites vegetales hidrogenados con los que se fabrican margarinas, galletas y bollería industrial, que conforman una membrana intestinal dañada y alterada; así como la falta de ácidos grasos esenciales que la fortalezcan.

6) Hábitos de vida tóxicos, como el consumo habitual de alcohol, de tabaco, la ingesta de aditivos químicos, la toma de medicamentos, especialmente antibióticos y antiinflamatorios, que dañan la flora intestinal así como la mucosa intestinal… generan un intestino inflamado y permeable (lo que causa alergias, intolerancias y enfermedades autoinmunes).

7) El estrés y los pensamientos y emociones negativas, como el miedo, la culpa y la agresividad producen fragilidad en la mucosa intestinal, por sobreproducción de la hormona cortisol. 


Si te identificas con la mayoría de estos hábitos, es el momento de actuar y cambiarlos por unos mucho más saludables. 


¿Qué hábitos, alimentos, costumbres, pensamientos ayudan a nuestra flora?


Toma nota de los hábitos que te ayudarán a fortalecer tu flora intestinal: 


 1) Una dieta saludable muy rica en alimentos vegetales que contengan fibras solubles, como la calabaza, el calabacín, semillas como lino o chía, con poco o ningún consumo de alimentos animales. Se recomienda evitar por completo la carne roja y el embutido, así como los quesos. Si se desea su consumo, restringirlo a una vez cada mes.

 2) Evitar el gluten o disminuir drásticamente su consumo. Se puede hacer una transición utilizando trigos ancestrales como la espelta e ir poco a poco introduciendo cereales y pseudocereales ecológicos y sin gluten, como el arroz en todas sus variedades, la quínoa, el mijo, el trigo sarraceno o el amaranto. 

3) Evitar el azúcar y los refinados, pues no contienen fibra ni vitaminas. Sustituir los refinados por alimentos integrales y los alimentos azucarados por alimentos de sabor dulce natural como las hortalizas de sabor dulce como la calabaza, el pimiento, las zanahorias, o las frutas desecadas como las pasas, los higos o los dátiles. 

4) Incorporar semillas ricas en fibra soluble que limpian delicadamente el intestino, como el lino molido o la chía, previamente remojados en agua para que nos aporten las sustancias mucilaginosas que suavizan nuestra pared intestinal.

5) Realizar enemas intestinales semanalmente.

6) Incluir en la dieta con regularidad alimentos ricos en glutamina, un aminoácido no esencial que ayuda a reparar la mucosa intestinal dañada. Algunos de estos son la harina de algarroba, la col y las espinacas.


¿Te gustaría ahora saber que probióticos consumir y además, qué probióticos puedes hacer en casa fácilmente?


Aquí tienes algunas ideas:


  • Kombucha (te daré la receta muy pronto)
  • Encurtidos.
  • Chucrut.
  • Kéfir de agua.
  • Kéfir de leche.
  • Yogurt.


Además de las cápsulas que puedes encontrar en herbolarios de las que te he hablado al principio.


Lo que sí te recomiendo es consumir al menos el mismo probiótico durante 10 días.


Para colonizar la flora intestinal tienes que tomar el mismo tipo de probiótico durante 10 días. No sirve hoy un yogur, mañana un kéfir… Durante 10 días el mismo tipo. Si fuera un suplemento también (incluso la misma marca). No debes cambiar para poder colonizar por familias. Esto es un error de mucha gente. 


Recuerda que si necesitas asesoramiento personalizado, puedes contar conmigo. 


¿Has probado ya los probióticos? ¿Qué tal te han funcionado? 


Laura Hiraldo de Alimenta tu belleza/ 26 de noviembre de 2021

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